lunes, 1 de octubre de 2012

EL TABÚ DE LAS VACUNACIONES


EL TABÚ DE LAS VACUNACIONES


Por Milly Schär-Manzoli

Las afirmaciones del doctor Mendelsohn


“Cuando escribo en relación a los daños de las vacunaciones en masa, sé muy bien que expreso conceptos que muy difícilmente serán adoptados. 
Las vacunaciones han sido introducidas de un modo tan hábil y agresivo que la mayor parte de los padres cree que son ellas el milagro que hace desaparecer muchas enfermedades del pasado. 
Atacar las vacunaciones es, muy a menudo, un hecho considerado paranoico, y ¡un pediatra que ataca las vacunaciones es como un cura que se atreviera a negar la infalibilidad del papa! 
Aunque yo mismo haya empleado las vacunas en los primeros años de mi práctica, me he convertido en un opositor convencido de las vacunaciones en masa a causa de los numerosos peligros que ellas representan: 
1. No existe ninguna argumentación científica convincente que pruebe que sean las vacunaciones las que han eliminado las enfermedades infantiles. Es verdad que ciertas enfermedades infantiles, una vez que han alcanzado gran difusión, han disminuido o desaparecido después que ha sido introducida la vacunación, sin embargo, esto se puede atribuir al mejoramiento de las condiciones de vida. 
2. Cada vacuna conlleva riesgos reales y numerosas contraindicaciones, sin embargo los médicos suministran las vacunas de costumbre, sin advertir a los padres de los posibles daños y sin preguntarse si una determinada vacuna pudiera no ser indicada para el niño. 
3. Se piensa cada vez más que estas vacunas contra las enfermedades infantiles relativamente benignas, pueden ser la causa del enorme aumento de las enfermedades inmunitarias que afligen a nuestra población. Son enfermedades graves como el cáncer, la leucemia, los reumatismos, la esclerosis múltiple, el lupus eritematoso y el síndrome de Guillain-Barré, por ejemplo. En las enfermedades inmunitarias los mecanismos de defensa del organismo no saben distinguir más entre proteínas extrañas y tejidos pertenecientes al cuerpo; como consecuencia el organismo se autodestruye. ¿Preferimos cambiar paperas y sarampión por cáncer y leucemia?” (25)

25. Mendelsohn, Robert S., “Une bombe de l’ère médicale”, in East-Week Journal, noviembre, 1984, artículo reimpreso por Santé, Liberté et Vaccinations, abril, mayo, junio, 1985.


La vacuna contra la viruela

“Según una ley del año 1875, todos los niños en Alemania debían ser vacunados contra la viruela antes de haber cumplido un año”, explica el doctor Gerhard Buchwald, jefe del Sanatorio de Bad-Steben (Alemania). “Una segunda vacunación era prescrita a la edad de 12 años. Esta ley ha sido abrogada en 1983. Actualmente, en mi país, ya no es posible obligar a la gente a vacunarse, sin embargo sí es obligada de manera indirecta, tan es así que muchas madres creen que la vacunación recomendada por el Ministerio de Salud es obligatoria”. Este programa de vacunaciones comienza con el BCG (Bacilo Tuberculoso Bovino), que es administrado inmediatamente después de que ha nacido el niño, sin preguntar la opinión de los padres. A partir del decimoquinto mes el niño es vacunado contra el sarampión, la rubeola y las paperas; a los tres años contra la difteria, el tétanos, la tosferina y la polio. Se programan tres refuerzos en sólo dos meses. Otros refuerzos se aplican cuando el niño tiene siete años.

“Es a partir del siglo pasado que han sido constatadas lesiones causadas por las vacunaciones –continua el doctor Buchwald– que en aquella época eran atribuidas al médico que vacunaba. La gente decía: –Los niños del doctor X se vuelven idiotas después de haber sido vacunados–,  o bien: –Los niños que han sido vacunados por el doctor X tienen crisis espasmódicas. Sin embargo, ya en aquélla época se sospechaba que las vacunas eran el origen de ciertas lesiones cerebrales. El primer caso oficial fue constatado en Frankfurt en 1912: una niña de un año y medio se enfermó doce días después de haber sido vacunada: fiebre, convulsiones y más tarde retraso mental. Inmediatamente después, todos los incidentes debidos a las vacunaciones han sido rechazados por la medicina universitaria, incluso después de que el profesor Lucksch, patólogo de la Universidad de Praga, haya demostrado en muchos casos la relación existente entre las vacunas y las lesiones cerebrales.” (68)

Entre 1924 y 1927 el profesor Lucksch publicó diversos trabajos definiendo con el nombre de “encefalitis post-vacunal” la lesión cerebral provocada por la vacuna contra la viruela. Este tipo de lesión fue bastante frecuente en los tiempos en los que la vacuna contra la viruela era obligatoria, sin embargo cuando comenzaron a llegar demandas de indemnización por parte de las víctimas o de los parientes de las víctimas, éstas eran casi siempre rechazadas. Lo mismo sucede actualmente, para otros tipos de vacunación. Tal vez debemos creer lo que escribe el profesor George Dick en el British Medical Journal: “Pocos médicos están dispuestos a atribuir un deceso o una complicación a un método que ellos mismos han recomendado y en el cual creen”. (69)

Es el doctor Buchwald quien nos muestra algunas estadísticas concernientes a la Alemania federal: de un total de 8328 demandas de indemnización, 5250 han sido rechazadas. “Sin embargo –continua el doctor Buchwald– cuando se habla de lesiones causadas por la vacunación, nos referimos de manera general solamente a los casos más graves, esto es, a las personas que tienen lesiones incurables. Nadie se ocupa de los casos menores, esto es, de aquellos (y son sobre todo niños) que tienen lesiones menos dramáticas. En un reporte del doctor Arbeltier se precisa que los 8328 casos de lesiones graves en la Alemania federal no son sino la punta del iceberg. La parte sumergida, mucho más importante, corresponde a lo que el doctor Arbeltier define precisamente como casos de lesiones menores”. Las lesiones cerebrales provocadas por la vacuna contra la viruela no eran el único inconveniente. En el segundo Congreso de Dermatología Tropical que tuvo lugar en 1970 en la Universidad de California del Sur, el profesor William C. Marmelzat hacía referencia a una serie de 38 tumores cutáneos que se desarrollaban en otros tantos pacientes sobre la escarificación donde había sido efectuada la vacunación. Entre los tumores descubiertos estaban también los melanosarcomas, particularmente graves. Claramente, ningún otro factor cancerígeno puede ser invocado para explicar la aparición de un tumor justo en el lugar de la escarificación de la vacuna. (70) Naturalmente esta afirmación es válida si el tumor aparece en un tiempo relativamente breve, mas ¿cómo reaccionan las autoridades sanitarias si el tumor aparece años más tarde? Es el problema indirectamente planteado por Tribune Médicale que, afirmando que los tumores malignos cutáneos posteriores a la vacuna contra la viruela se manifiestan “en un periodo variante de 5 semanas a 5 años”, (71) abre involuntariamente todo el discurso, en el cual los partidarios de la vacunación pueden encontrar muchas excusas: el tiempo apacigua muchas cosas, también las relaciones entre causa y efecto. Además también los tumores que se desarrollan en un breve lapso de tiempo sobre las escarificaciones dejadas por la vacuna contra la viruela no representan ninguna prueba (72) para los defensores de las vacunaciones. Curiosa coincidencia: desde 1922 los doctores Ramon, Jaquelin y Borrrien constataban tumores como consecuencia de la vacuna contra la viruela (73) y el hecho venía –en los años sucesivos y hasta la época reciente– confirmado por diversos autores, entre ellos el célebre doctor Duperrat. (74) Los incidentes han sido sucesivos durante un siglo, antes de que este tipo de vacunación fuera casi suprimida por completo. La vacuna contra la viruela había resultado responsable de meningitis, encefalitis, trastornos renales, lesiones oculares (con ceguera parcial o total), enfermedades de la piel, cáncer, leucemia, tuberculosis pulmonar y extrapulmonar, además de, naturalmente, viruela. (75) En un Congreso sobre las Vacunaciones llevado a cabo en Colonia en 1981 ha sido documentado que “la vacuna contra la viruela predispone a la viruela y contribuye a volverla más grave”. (76) En 1944 la revista médica The Lancet hacía referencia a una epidemia de viruela entre militares ingleses de estancia en Egipto: todos aquellos que habían contraído la viruela, excepto 4, habían sido vacunados. (77) Según los doctores Kempe y Burks de la Universidad de Denver (Colorado, Estados Unidos) la vacuna contra la viruela sería responsable de esclerosis múltiple. De hecho ellos han encontrado en el líquido cefalorraquídeo de pacientes afectados por la esclerosis múltiple un número de anticuerpos contra el virus de la vacuna contra la viruela más numeroso que no se encuentran en los no afectados por la esclerosis múltiple. (78)

En el siglo pasado, después de que había sido introducida en Europa la vacunación contra la viruela, Francia, Inglaterra, Irlanda, Escocia y Suecia se vieron afectados por epidemias de vastas proporciones, del todo superiores a aquellas precedentes a las vacunaciones. Sin embargo, las poblaciones de todos estos países (con excepción de Francia donde no regía aún la obligatoriedad) habían sido vacunadas en masa obligadas por la fuerza de la ley. Cuando, a principios de 1980, la OMS declaró la viruela “desaparecida de la tierra”, agregó que la vacunación había “erradicado” esa terrible enfermedad. Una enfermedad ciertamente terrible, que –como afirma el doctor Buchwald– quizá haya sido erradicada muchas décadas antes sin vacunación.

68. Buchwald, G., “Les dangers des vaccinations en Alemagne fédérale”, in Santé, Liberté et Vaccinations, No. 91, mayo, 1989.
69. Dick, G., Brithish Medical Journal, 17 de Julio, 1971.
70. La Semaine des Hôpitaux, 26 de marzo, 1970.
71. Tribune Médicale, 3 de octubre, 1969.
72. Santé, Liberté et Vaccinations, agosto-octubre, 1972.
73. Ramon, J., y otros, en Bulletin et mémoire de la Société Médicale des Hôpitaux des Paris, 13 de enero, 1922.
74. La Presse Médicale, 12 de marzo, 1955.
75. Delarue, F., op. cit., pp. 227-228.
76. Actas del Congreso de Köln, relación del doctor Pigeon, 1981.
77. The Lancet, 25 de noviembre, 1944.
78. Kempe, J., y otros, SEP and Smallpock Vaccine, relación, 1954.
** Schär-Manzoli, Milly, Il tabù delle vaccinazioni, pp. 111-115.

Schär-Manzoli, Milly, Il tabù delle vaccinazioni, ATRA-AG STG, 9° ed., agosto, 1998. (Extractos). Traducción: Raúl Cruz

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