Después de realizar numerosos trasplantes de cabezas de monos, este
“científico” anunció solemnemente que estaba listo para trasplantar una cabeza
humana. De momento no ha encontrado ningún voluntario, quizá porque se ha
sabido que no es posible que los nervios seccionados crezcan conjuntamente
después del trasplante ni tampoco unir la médula espinal a la cabeza. Si la
operación tuviera éxito, el paciente probablemente debería permanecer
hospitalizado de por vida, nunca podría respirar sin ayuda mecánica y sería
incapaz de hablar. No obstante, sí sería capaz de sufrir tal y como sufrieron
los monos del Dr. White. Ninguno de ellos sobrevivió más de 7 días: su cara se
abotagaba, su lengua se endurecía y sus párpados se hinchaban progresivamente
hasta que se cerraban para siempre.
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El Dr. White adopta una
postura “científica” mientras observa cómo uno de sus moribundos pacientes
sangra continuamente por la nariz y por la boca. |
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El cerebro aislado de un mono
reacciona supuestamente al sonido emitido por una rana metálica. |
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Antes de efectuar sus trasplantes, el Dr. White realizó varios
experimentos consistentes por ejemplo en el vaciado de toda la sangre del
cerebro, la posterior conservación del mismo sin sangre mediante refrigeración
y, por último, el bombeo de dicha sangre al mismo cerebro. Los interesados en
conseguir una nueva cabeza o un nuevo cuerpo pueden escribir al Dr. Robert
White, de Cleveland, Ohio, Estados Unidos. (Matanza
de Inocentes, página 690).
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