miércoles, 12 de septiembre de 2012

EL CASO DEL ESTILBESTROL, O LOS FABRICANTES DE CÁNCER



Por Hans Ruesch (1913-2007)

Es peor que un crimen, es un error.” –Talleyrand

La ciencia médica moderna, a quien la mayoría de la población del mundo civilizado recurre en busca de salvación –aunque no está claro de qué quiere salvarse– ha desarrollado en los laboratorios y a continuación ha comercializado por todo el mundo supuestos estrógenos (un  término médico que hace referencia a las hormonas sexuales, que son secreciones producidas por las glándulas sexuales). La medicina moderna prescribe esos estrógenos sintéticos entre otras muchas razones para asegurar que los embarazos tengan buenos resultados. A lo largo de las últimas décadas millones de mujeres han tomado estrógenos por prescripción facultativa, después de que sus doctores les asegurasen que podrían ayudar a prevenir los abortos espontáneos.

Un aborto natural, espontáneo, es como una especie de válvula diseñada por la Madre Naturaleza, que elimina en la etapa fetal a los individuos que no son aptos para la supervivencia o que no son suficientemente viables; de este modo, los abortos espontáneos contribuyen al fortalecimiento de la especie y la mantienen en un buen estado de salud. No obstante, tales consideraciones obvias nunca han preocupado a unos científicos que solamente desean justificar sus altos honorarios o satisfacer su curiosidad experimental; se les ha hecho creer que con su formación viviseccionista pueden burlar las leyes de la naturaleza con la misma facilidad con la que engañan a la opinión pública.

Por supuesto, ningún doctor del mundo es capaz de garantizar que la administración de un medicamento pueda prevenir un aborto espontáneo, y nunca se ha debido el éxito de un embarazo a un medicamento en particular. Sin embargo, desde 1973 hay una cosa que la ciencia médica sabe con total seguridad.
En 1973, el Profesor Silvio Garattini, un vivisector italiano de fama internacional, aseguró lo siguiente en un debate público (Época,  14 de octubre, 1973): “En el laboratorio podemos reproducir exactamente un estrógeno natural”. No obstante, en esa misma época, la OMS, con sede en Ginebra, había empezado a imprimir a toda prisa unos prospectos en inglés en los que realizaba una advertencia a los círculos médicos: se había demostrado de forma indiscutible que el prototipo de esos estrógenos sintéticos, conocido como “Estilbestrol”, había causado cáncer en humanos.

El documento de la OMS lo escribió Robert W. Miller, director de la sección de epidemiología del Instituto Nacional contra el Cáncer de Bethesda, Maryland. Su título era Transplacental Carcinogenesis (Carcinogénesis Trasplacental), y formó parte del Número 4 de las Publicaciones Científicas de IARC (International Agency for Research on Cancer – Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, Lyon, 1973).

El Dr. Robert W. Miller dijo lo siguiente en el capítulo titulado “Prenatal Origins of Cancer in Man: Epidemiological Evidence” (Los Orígenes Prenatales del Cáncer en el Hombre: Evidencias Epidemiológicas, página 175):

“Carcinogénesis Trasplacental Química: Hace menos de 6 años se anunció que un medicamento tomado por la mujer durante el embarazo podía producir cáncer a su hija (Herbst y otros, 1971a). Nunca había ocurrido algo así. Se informó de que ocho mujeres jóvenes de edades comprendidas entre los 14 y los 22 años de edad, de la zona de Boston, padecían una forma particular de cáncer vaginal (adenocarcinoma de células claras; es una enfermedad que se da con más frecuencia en personas mayores). Las madres de 7 de las chicas jóvenes habían tomado Estilbestrol durante el embarazo. Poco después se detectaron cinco casos adicionales de cáncer vaginal del mismo tipo en el Registro de Tumores del Estado de Nueva York (Greenwald y otros, 1971). Las madres de las 5 jóvenes habían tomado estrógenos sintéticos durante el embarazo. Al comentar otro caso más del que había informado Newman (1971), Herbst y otros (1971b) afirmaron que habían tenido noticias de más de 20 casos nuevos desde la publicación de los 7 primeros. Se están planificando varios estudios para evaluar  el estado de salud de las niñas cuyas madres tomaron Estilbestrol durante el embarazo. En cualquier caso, en la actualidad no hay ninguna duda de que se ha producido una carcinogénesis trasplacental en el ser humano después de un periodo de latencia de entre 14 y 22 años.

Determinantes Precigóticos: La influencia genética puede operar de manera similar. Puede que los afectados pasen años o incluso décadas sin síntomas aparentes antes de que se manifiesten en ellos los cánceres genéticamente determinados”.

Por lo tanto, ya no es cuestión de si la supuesta ciencia médica va a presentarnos una píldora milagrosa que elimine el cáncer de una vez por todas, ni de cuándo o cómo lo hará: la ciencia moderna provoca cáncer. El documento de la OMS es la primera “prueba científica” que lo demuestra, empleando los propios estándares de los científicos, y además prueba también que ha creado un tipo de cáncer que antes no existía. Teniendo en cuenta que se ha demostrado que eso es cierto en un caso, también tiene que serlo en otros casos que todavía no han sido “científicamente” descubiertos. Eso ayuda a explicar el aumento inexorable del cáncer en las últimas décadas: un aumento que va unido al incremento del consumo de una interminable variedad de nuevos medicamentos.

Las dosis excesivas de vitaminas sintéticas han causado cáncer de huesos, medicinas diseñadas para aliviar casos leves de hipertensión hacen que las mujeres sean más propensas a padecer cáncer de mama, las vacunas cultivadas en animales han demostrado que tienen un potencial cancerígeno; los antibióticos que durante tanto tiempo se han considerado inofensivos han causado leucemia. Y recientemente, se ha demostrado “científicamente” –con los propios estándares de los viviseccionistas– que un estrógeno sintético, que ha sido administrado a los seres humanos durante décadas porque había demostrado ser inofensivo para los animales, no solamente ha retrasado el crecimiento de los huesos, no solamente ha causado daños hepáticos y renales, cataratas y problemas cardiacos y mentales en el ser humano, sino que además ha sido la causa incontrovertible de la aparición de tumores malignos en las hijas de las mujeres que lo tomaron durante su embarazo.

Como en otros muchos casos, la responsabilidad de la tragedia del Estilbestrol también recae directamente sobre el método de investigación viviseccionista.

“La respuesta de los animales varía de laboratorio a laboratorio, y por lo tanto es imposible comparar los datos obtenidos en un laboratorio con los de otros. Ha sido habitual suponer que la respuesta de todos los mamíferos a los estrógenos es la misma, pero en la actualidad disponemos de considerables pruebas que demuestran que no es así y que es muy imprudente suponer que las hembras humanas reaccionan del mismo modo que los animales de laboratorio. Este trabajo es de gran interés porque demuestra que es una locura aplicar a los seres humanos los resultados obtenidos con animales”. (Dr. E. C. Dodds, Journal of Pharmacy and Pharmacology  - Revista de Farmacia y Farmacología, Volumen I, Número 3, 1949, páginas 143-145).

…¿Cuántas mujeres han tomado los mencionados estrógenos cancerígenos? ¿Cuántas personas de las que morirán de cáncer en las próximas décadas ya llevan en la actualidad en su organismo una sentencia de muerte recibida a través de la placenta de su madre? Nunca lo sabremos. Por supuesto, miles de medicamentos sintéticos de todo el mundo deben ser capaces de causar el mismo efecto que provoca el Estilbestrol.

Kurt Blüchel afirma en Weisse Magier (Magos Blancos) que solamente en Alemania Occidental hay 137 medicamentos básicos que son peligrosos para el feto si son administrados a embarazadas, y algunos de esos medicamentos están presentes en otros productos con una denominación diferente. Lo que sabemos con seguridad es que la tasa de aceleración del cáncer y de las malformaciones ha aumentado sin cesar durante los últimos 30 años al mismo tiempo que aumentaba el consumo de medicamentos.

El colosal fraude que la “investigación” médica actual, que especula con el sufrimiento humano y especialmente con el miedo a sufrir de la gente, está perpetrando contra la salud pública –ya sea por avaricia o por incompetencia– ha adquirido unas dimensiones inconcebibles. Y todo ello es más intolerable todavía si tenemos en cuenta el hecho de que un naturista que venda una decocción (que siempre es menos dañina y con frecuencia más útil que cualquier medicamento químico) puede ser procesado en muchos países por practicar la profesión médica de forma ilegal, como ha ocurrido últimamente en Italia; sin embargo, los culpables confesos de haber provocado cánceres y “enfermedades de la civilización” no solamente disfrutan de una total libertad de movimientos, sino que además reciben los aplausos y los importantes fondos con los que continúan desempeñando sus actividades criminales.

Volvamos a las elucubraciones del Dr. Robert Miller en el histórico documento de la OMS. Con la perspicacia que inevitablemente se obtiene tras largos años de actividad viviseccionista, el Dr. Miller nos informa de que “cuando el tumor está presenta al nacer, no hay duda de que surgió in utero” (página 177).

El ilustre científico continúa diciendo lo siguiente: “Considerando todas las muertes producidas en el intervalo comprendido entre los 5 y los 8 años de edad, podemos decir que 13,782 fueron debidas a neoplasias (tumores) que surgieron in utero antes o después”.

Sin embargo, el autor arruina su thriller poco después recurriendo al uso de un cliché: afirma que el culpable fue el mayordomo. De hecho, en la página 181, casi al final del documento, el Dr. Miller escribe: “Estudios Experimentales con animales: no se halló correlación entre los tipos de tumores obtenidos en modelos experimentales y los tipos de cáncer desarrollados en la infancia”.

Evidentemente, en la jerga viviseccionista la expresión modelos experimentales significa “animales de laboratorio sometidos a experimentos”. Por lo tanto, en otras palabras, el Dr. Miller también podría haber dicho algo como lo siguiente: “No hemos recibido ni el más leve indicio acerca del peligro del Estilbestrol para el feto a partir de la gran variedad de cánceres que hemos sido capaces de causar a millones de animales a lo largo de los años, y por ello durante décadas hemos creído que podíamos administrar dicho estrógeno con impunidad a las mujeres embarazadas. Bueno, cualquiera puede cometer un error”.

¿Y cómo reacciono la hermandad viviseccionista a esta nueva tragedia que había causado, que era similar a la provocada por la Talidomida y por otros medicamentos que fueron experimentados primero con animales y luego demostraron ser perjudiciales para los seres humanos? Negándose a admitir que la nueva tragedia demostrara que su método era una locura, y demandando una intensificación de los experimentos con animales. Es difícil de entender, pero el Dr. Miller añade que “podrían emplearse otras especies distintas de los roedores. En particular, se ha sugerido el uso de primates”.

…Ahora bien, considerando que cada año se comercializan miles de nuevos medicamentos, y teniendo en cuenta las advertencias previas del Dr. Miller en el sentido de que “pueden pasar años e incluso décadas sin síntomas antes de que se manifiesten los cánceres genéticamente determinados”, su recomendación de que se siga por el mismo camino –un camino que conduce al desastre– y de que se aumente el número de experimentos que se efectúan con animales, a primera vista parece una prueba de locura. No lo es. El ilustre artista del cáncer es también un duro hombre de negocios. Veamos a continuación por qué.

Los fondos que el gobierno de Estados Unidos dedica cada año a la “investigación” alcanzan un importe de miles de millones de dólares. En primer lugar, ningún “científico” de la categoría del Dr. Miller puede admitir que todo lo que ha creído, todo lo que ha aprendido y todo lo que ha difundido durante toda su vida es un fraude. En segundo lugar, el Instituto Bethesda del que él es uno de los más prominentes responsables, es uno de los principales laboratorios del mundo, y como tal recibe todos los años una gran porción del Pastel Federal, además de considerables donaciones privadas. Rechazar el método de investigación médica viviseccionista supondría dejar sin trabajo a miles de honestos torturadores.

Eso sería inhumano. Por tanto, es preferible seguir torturando a millones de chivos expiatorios, también con el objetivo de preservar la imagen que uno posee de ser un “gran científico”, que puede subir al podio reservado para los Salvadores de la Humanidad en los congresos médicos para escuchar los aplausos de los colegas llegados de todas las partes del mundo, y que es capaz de producir nuevos “medicamentos milagrosos” como la Talidomida, el Estilbestrol, etc. Después de todo, los animales no pueden votar y no pueden protestar, especialmente cuando son “desvocalizados”. No pueden hacer huelgas, no pueden convocar mítines, no pueden organizar marchas hacia el Capitolio, no pueden poner bombas. Y si luego los consumidores nacen con malformaciones, con problemas mentales, con epilepsia, o con cáncer, simplemente dirán que es una pena.

Desde la aparición de la advertencia del Dr. Miller publicada por la OMS, las víctimas de cáncer causadas por el Estilbestrol han dejado de ser un puñado y ya pueden contarse por cientos, y su número está condenado a crecer mucho más.

*Vivisección: término que se emplea para referirse a todo tipo de experimentos que se hacen con animales vivos. Los partidarios de este método de “investigación” parten del error de que los resultados obtenidos con animales se pueden extrapolar a la especie humana.

*Viviseccionista: cualquier defensor o partidario de la vivisección.

*Este texto es un pequeño extracto del revelador libro Matanza de Inocentes (Los animales en la investigación Médica) de Hans Ruesch, quien sentó las bases del moderno movimiento antiviviseccionista. El libro se puede adquirir a través de nuestra Asociación.

3 comentarios:

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  3. No se trata de casos aislados, es la regla general pues la experimentación animal no es un método predictivo, por tanto no es ciencia. Ninguna vida se ha salvado gracias a la experimentación animal, porque si una técnica o medicamento resulta eficaz, esto sólo se sabe gracias a que dicha técnica o medicamento es probado con seres humanos, no con animales de otras especies.

    Es una lástima que como médico pueda usted decir eso. ¿Acaso los humanos consumimos medicamentos de uso veterinarios? ¿Por qué será que son diferentes? ¿Será acaso porque cada especie es diferente?

    Le dejo el dato de la nueva introducción al presente libro, donde el Dr. Stefano Cagno (Director Médico Hospitalario del Hospital Civil "Vimercate", Italia) afirma lo siguiente: "Según la FDA, el 92% de las sustancias inocuas para animales son tóxicas para los seres humanos, y el 51% del 8% que se salva de esta hecatombe inicial resulta ser tóxico después de la comercialización. Por tanto, en el 96% de los casos la experimentación animal es perjudicial para nuestra especie, y sólo un 4% resulta fiable, pero únicamente después de la comprobación en nuestra especie. ¿Es esto ciencia o es algo menos fiable que lanzar una moneda al aire?"

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