Por Hans
Ruesch (1913-2007)
“Es peor que un crimen, es un error.” –Talleyrand
La ciencia médica moderna, a
quien la mayoría de la población del mundo civilizado recurre en busca de
salvación –aunque no está claro de qué quiere salvarse– ha desarrollado en los
laboratorios y a continuación ha comercializado por todo el mundo supuestos
estrógenos (un término médico que hace
referencia a las hormonas sexuales, que son secreciones producidas por las
glándulas sexuales). La medicina moderna prescribe esos estrógenos sintéticos
entre otras muchas razones para asegurar que los embarazos tengan buenos
resultados. A lo largo de las últimas décadas millones de mujeres han tomado
estrógenos por prescripción facultativa, después de que sus doctores les
asegurasen que podrían ayudar a prevenir los abortos espontáneos.
Un aborto natural, espontáneo, es
como una especie de válvula diseñada por la Madre Naturaleza, que elimina en la
etapa fetal a los individuos que no son aptos para la supervivencia o que no
son suficientemente viables; de este modo, los abortos espontáneos contribuyen
al fortalecimiento de la especie y la mantienen en un buen estado de salud. No
obstante, tales consideraciones obvias nunca han preocupado a unos científicos
que solamente desean justificar sus altos honorarios o satisfacer su curiosidad
experimental; se les ha hecho creer que con su formación viviseccionista pueden
burlar las leyes de la naturaleza con la misma facilidad con la que engañan a
la opinión pública.
Por supuesto, ningún doctor del
mundo es capaz de garantizar que la administración de un medicamento pueda
prevenir un aborto espontáneo, y nunca se ha debido el éxito de un embarazo a
un medicamento en particular. Sin embargo, desde 1973 hay una cosa que la
ciencia médica sabe con total seguridad.
En 1973, el Profesor Silvio
Garattini, un vivisector italiano de fama internacional, aseguró lo siguiente
en un debate público (Época, 14 de octubre, 1973): “En el laboratorio
podemos reproducir exactamente un estrógeno natural”. No obstante, en esa misma
época, la OMS, con sede en Ginebra, había empezado a imprimir a toda prisa unos
prospectos en inglés en los que realizaba una advertencia a los círculos
médicos: se había demostrado de forma indiscutible que el prototipo de esos
estrógenos sintéticos, conocido como “Estilbestrol”, había causado cáncer en
humanos.
El documento de la OMS lo
escribió Robert W. Miller, director de la sección de epidemiología del
Instituto Nacional contra el Cáncer de Bethesda, Maryland. Su título era Transplacental Carcinogenesis (Carcinogénesis Trasplacental), y formó
parte del Número 4 de las Publicaciones Científicas de IARC (International
Agency for Research on Cancer – Agencia Internacional para la Investigación
sobre el Cáncer, Lyon, 1973).
El Dr. Robert W. Miller dijo lo
siguiente en el capítulo titulado “Prenatal Origins of Cancer in Man:
Epidemiological Evidence” (Los Orígenes Prenatales del Cáncer en el Hombre:
Evidencias Epidemiológicas, página 175):
“Carcinogénesis
Trasplacental Química: Hace menos de 6 años se anunció que un medicamento
tomado por la mujer durante el embarazo podía producir cáncer a su hija (Herbst
y otros, 1971a). Nunca había ocurrido algo así. Se informó de que ocho mujeres
jóvenes de edades comprendidas entre los 14 y los 22 años de edad, de la zona
de Boston, padecían una forma particular de cáncer vaginal (adenocarcinoma de
células claras; es una enfermedad que se da con más frecuencia en personas
mayores). Las madres de 7 de las chicas jóvenes habían tomado Estilbestrol
durante el embarazo. Poco después se detectaron cinco casos adicionales de
cáncer vaginal del mismo tipo en el Registro de Tumores del Estado de Nueva
York (Greenwald y otros, 1971). Las madres de las 5 jóvenes habían tomado
estrógenos sintéticos durante el embarazo. Al comentar otro caso más del que
había informado Newman (1971), Herbst y otros (1971b) afirmaron que habían
tenido noticias de más de 20 casos nuevos desde la publicación de los 7
primeros. Se están planificando varios estudios para evaluar el estado de salud de las niñas cuyas madres
tomaron Estilbestrol durante el embarazo. En
cualquier caso, en la actualidad no hay ninguna duda de que se ha producido una
carcinogénesis trasplacental en el ser humano después de un periodo de latencia
de entre 14 y 22 años.
Determinantes
Precigóticos: La influencia genética puede operar de manera similar. Puede que
los afectados pasen años o incluso décadas sin síntomas aparentes antes de que
se manifiesten en ellos los cánceres genéticamente determinados”.
Por lo tanto, ya no es cuestión
de si la supuesta ciencia médica va a presentarnos una píldora milagrosa que
elimine el cáncer de una vez por todas, ni de cuándo o cómo lo hará: la ciencia
moderna provoca cáncer. El documento
de la OMS es la primera “prueba científica” que lo demuestra, empleando los
propios estándares de los científicos, y además prueba también que ha creado un
tipo de cáncer que antes no existía. Teniendo en cuenta que se ha demostrado
que eso es cierto en un caso, también tiene que serlo en otros casos que
todavía no han sido “científicamente” descubiertos. Eso ayuda a explicar el
aumento inexorable del cáncer en las últimas décadas: un aumento que va unido
al incremento del consumo de una interminable variedad de nuevos medicamentos.
Las dosis excesivas de vitaminas
sintéticas han causado cáncer de huesos, medicinas diseñadas para aliviar casos
leves de hipertensión hacen que las mujeres sean más propensas a padecer cáncer
de mama, las vacunas cultivadas en animales han demostrado que tienen un
potencial cancerígeno; los antibióticos que durante tanto tiempo se han
considerado inofensivos han causado leucemia. Y recientemente, se ha demostrado
“científicamente” –con los propios estándares de los viviseccionistas– que un
estrógeno sintético, que ha sido administrado a los seres humanos durante
décadas porque había demostrado ser inofensivo para los animales, no solamente
ha retrasado el crecimiento de los huesos, no solamente ha causado daños hepáticos
y renales, cataratas y problemas cardiacos y mentales en el ser humano, sino
que además ha sido la causa incontrovertible de la aparición de tumores
malignos en las hijas de las mujeres que lo tomaron durante su embarazo.
Como en otros muchos casos, la responsabilidad
de la tragedia del Estilbestrol también recae directamente sobre el método de
investigación viviseccionista.
“La
respuesta de los animales varía de laboratorio a laboratorio, y por lo tanto es
imposible comparar los datos obtenidos en un laboratorio con los de otros. Ha
sido habitual suponer que la respuesta de todos los mamíferos a los estrógenos
es la misma, pero en la actualidad disponemos de considerables pruebas que
demuestran que no es así y que es muy imprudente suponer que las hembras
humanas reaccionan del mismo modo que los animales de laboratorio. Este trabajo
es de gran interés porque demuestra que es una locura aplicar a los seres
humanos los resultados obtenidos con animales”. (Dr. E. C. Dodds, Journal of Pharmacy and Pharmacology - Revista de Farmacia y Farmacología,
Volumen I, Número 3, 1949, páginas 143-145).
…¿Cuántas mujeres han tomado los
mencionados estrógenos cancerígenos? ¿Cuántas personas de las que morirán de
cáncer en las próximas décadas ya llevan en la actualidad en su organismo una
sentencia de muerte recibida a través de la placenta de su madre? Nunca lo
sabremos. Por supuesto, miles de medicamentos sintéticos de todo el mundo deben
ser capaces de causar el mismo efecto que provoca el Estilbestrol.
Kurt Blüchel afirma en Weisse Magier (Magos Blancos) que solamente en Alemania Occidental hay 137
medicamentos básicos que son peligrosos para el feto si son administrados a
embarazadas, y algunos de esos medicamentos están presentes en otros productos
con una denominación diferente. Lo que sabemos con seguridad es que la tasa de
aceleración del cáncer y de las malformaciones ha aumentado sin cesar durante
los últimos 30 años al mismo tiempo que aumentaba el consumo de medicamentos.
El colosal fraude que la
“investigación” médica actual, que especula con el sufrimiento humano y
especialmente con el miedo a sufrir de la gente, está perpetrando contra la
salud pública –ya sea por avaricia o por incompetencia– ha adquirido unas
dimensiones inconcebibles. Y todo ello es más intolerable todavía si tenemos en
cuenta el hecho de que un naturista que venda una decocción (que siempre es
menos dañina y con frecuencia más útil que cualquier medicamento químico) puede
ser procesado en muchos países por practicar la profesión médica de forma
ilegal, como ha ocurrido últimamente en Italia; sin embargo, los culpables
confesos de haber provocado cánceres y “enfermedades de la civilización” no
solamente disfrutan de una total libertad de movimientos, sino que además
reciben los aplausos y los importantes fondos con los que continúan
desempeñando sus actividades criminales.
Volvamos a las elucubraciones del
Dr. Robert Miller en el histórico documento de la OMS. Con la perspicacia que
inevitablemente se obtiene tras largos años de actividad viviseccionista, el
Dr. Miller nos informa de que “cuando el tumor está presenta al nacer, no hay
duda de que surgió in utero” (página
177).
El ilustre científico continúa
diciendo lo siguiente: “Considerando todas las muertes producidas en el
intervalo comprendido entre los 5 y los 8 años de edad, podemos decir que
13,782 fueron debidas a neoplasias (tumores) que surgieron in utero antes o después”.
Sin embargo, el autor arruina su thriller poco después recurriendo al
uso de un cliché: afirma que el culpable fue el mayordomo. De hecho, en la
página 181, casi al final del documento, el Dr. Miller escribe: “Estudios Experimentales con animales: no
se halló correlación entre los tipos de tumores obtenidos en modelos
experimentales y los tipos de cáncer desarrollados en la infancia”.
Evidentemente, en la jerga
viviseccionista la expresión modelos
experimentales significa “animales de laboratorio sometidos a
experimentos”. Por lo tanto, en otras palabras, el Dr. Miller también podría
haber dicho algo como lo siguiente: “No hemos recibido ni el más leve indicio
acerca del peligro del Estilbestrol para el feto a partir de la gran variedad
de cánceres que hemos sido capaces de causar a millones de animales a lo largo
de los años, y por ello durante décadas hemos creído que podíamos administrar
dicho estrógeno con impunidad a las mujeres embarazadas. Bueno, cualquiera puede
cometer un error”.
¿Y cómo reacciono la hermandad
viviseccionista a esta nueva tragedia que había causado, que era similar a la
provocada por la Talidomida y por otros medicamentos que fueron experimentados
primero con animales y luego demostraron ser perjudiciales para los seres
humanos? Negándose a admitir que la nueva tragedia demostrara que su método era
una locura, y demandando una intensificación de los experimentos con animales.
Es difícil de entender, pero el Dr. Miller añade que “podrían emplearse otras
especies distintas de los roedores. En particular, se ha sugerido el uso de
primates”.
…Ahora bien, considerando que
cada año se comercializan miles de nuevos medicamentos, y teniendo en cuenta
las advertencias previas del Dr. Miller en el sentido de que “pueden pasar años
e incluso décadas sin síntomas antes de que se manifiesten los cánceres
genéticamente determinados”, su recomendación de que se siga por el mismo
camino –un camino que conduce al desastre– y de que se aumente el número de
experimentos que se efectúan con animales, a primera vista parece una prueba de
locura. No lo es. El ilustre artista del cáncer es también un duro hombre de
negocios. Veamos a continuación por qué.
Los fondos que el gobierno de
Estados Unidos dedica cada año a la “investigación” alcanzan un importe de
miles de millones de dólares. En primer lugar, ningún “científico” de la
categoría del Dr. Miller puede admitir que todo lo que ha creído, todo lo que
ha aprendido y todo lo que ha difundido durante toda su vida es un fraude. En
segundo lugar, el Instituto Bethesda del que él es uno de los más prominentes
responsables, es uno de los principales laboratorios del mundo, y como tal
recibe todos los años una gran porción del Pastel Federal, además de
considerables donaciones privadas. Rechazar el método de investigación médica
viviseccionista supondría dejar sin trabajo a miles de honestos torturadores.
Eso sería inhumano. Por tanto, es
preferible seguir torturando a millones de chivos expiatorios, también con el
objetivo de preservar la imagen que uno posee de ser un “gran científico”, que
puede subir al podio reservado para los Salvadores de la Humanidad en los
congresos médicos para escuchar los aplausos de los colegas llegados de todas
las partes del mundo, y que es capaz de producir nuevos “medicamentos
milagrosos” como la Talidomida, el Estilbestrol, etc. Después de todo, los
animales no pueden votar y no pueden protestar, especialmente cuando son
“desvocalizados”. No pueden hacer huelgas, no pueden convocar mítines, no
pueden organizar marchas hacia el Capitolio, no pueden poner bombas. Y si luego
los consumidores nacen con malformaciones, con problemas mentales, con
epilepsia, o con cáncer, simplemente dirán que es una pena.
Desde la aparición de la
advertencia del Dr. Miller publicada por la OMS, las víctimas de cáncer
causadas por el Estilbestrol han dejado de ser un puñado y ya pueden contarse
por cientos, y su número está condenado a crecer mucho más.
*Vivisección: término que se emplea para referirse a todo
tipo de experimentos que se hacen con animales vivos. Los partidarios de este
método de “investigación” parten del error de que los resultados obtenidos con
animales se pueden extrapolar a la especie humana.
*Viviseccionista: cualquier defensor o partidario de la
vivisección.
*Este texto es un pequeño extracto del revelador libro Matanza de Inocentes (Los animales en la
investigación Médica) de Hans Ruesch, quien sentó las bases del moderno
movimiento antiviviseccionista. El libro se puede adquirir a través de nuestra
Asociación.
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ResponderEliminarNo se trata de casos aislados, es la regla general pues la experimentación animal no es un método predictivo, por tanto no es ciencia. Ninguna vida se ha salvado gracias a la experimentación animal, porque si una técnica o medicamento resulta eficaz, esto sólo se sabe gracias a que dicha técnica o medicamento es probado con seres humanos, no con animales de otras especies.
ResponderEliminarEs una lástima que como médico pueda usted decir eso. ¿Acaso los humanos consumimos medicamentos de uso veterinarios? ¿Por qué será que son diferentes? ¿Será acaso porque cada especie es diferente?
Le dejo el dato de la nueva introducción al presente libro, donde el Dr. Stefano Cagno (Director Médico Hospitalario del Hospital Civil "Vimercate", Italia) afirma lo siguiente: "Según la FDA, el 92% de las sustancias inocuas para animales son tóxicas para los seres humanos, y el 51% del 8% que se salva de esta hecatombe inicial resulta ser tóxico después de la comercialización. Por tanto, en el 96% de los casos la experimentación animal es perjudicial para nuestra especie, y sólo un 4% resulta fiable, pero únicamente después de la comprobación en nuestra especie. ¿Es esto ciencia o es algo menos fiable que lanzar una moneda al aire?"